UNA BREVE HISTORIA DEL ACTIVISMO GORDO
UNA BREVE HISTORIA DEL ACTIVISMO GORDO
El 4 de noviembre de 1967 en The Saturday Evening Post se publica quizás el primer artículo con una lectura crítica de la gordura: “More people should be fat”. En esta columna, el escritor Lew Louderback alega que los cambios forzados en el peso suelen ser temporales, mientras que el daño físico y emocional que provocan se mantiene. Habla de la dieta como una excusa para dar rienda suelta a las actitudes destructivas y sostiene que comer sin comportamientos restrictivos es la mejor forma de mantener un peso estable. Uno de los puntos más interesantes del artículo es cuando dice que en muchos casos la gordura ha reemplazado el acento como indicador de clase.
El año 1969 en Estados Unidos fue clave para toda clase de movimientos contraculturales y de liberación. Al seno de un heterogéneo Movimiento de Liberación de las Mujeres, que podemos ubicar entre los 60s y los 80s, surgen varias iniciativas que se ocupan del asunto de la gordura pero destacan dos: National Association to Advance Fat Acceptance (NAAFA) y Fat Underground.
NAAFA nace como una organización no gubernamental en el ‘69 y es una de las impulsoras de Health At Every Size, un recursero médico con información y estudios sobre cómo trabajar desde una perspectiva humanizante y respetuosa de los cuerpos, con estudios sobre el impacto físico de las dietas y su efectividad asi como también los efectos psicológicos de la estigmatización en torno al peso, la dificultad para acceder a un trabajo y la falta de accesibilidad en las ciudades. Louderback participó de este colectivo y en 1970 junto a otros colaboradores del ámbito de la salud lanza un libro clave en la historia del activismo gordo: Fat Power: Whatever you weigh is right.
Fat Underground es un colectivo que nace en el seno de Radical Therapy, un conjunto de profesionales de salud mental que trabajó por la desmanicomialización con una lectura anticapitalista sobre las terapias tradicionales. Decían que los pacientes son responsabilizados por cuestiones que requieren necesariamente de un análisis contextual más complejo, en palabras del Institute for Precarious Conciousness en su ensayo Todos estamos muy ansiosos:
El problema solo es visible a nivel psicológico, individual; las causas sociales del problema se ocultan. Cada fase culpa a las víctimas del sistema por el sufrimiento que el sistema provoca. Y representan una parte fundamental de su lógica funcional como un problema contingente y localizado. (IPC, 2014)
Dos de las fundadoras del FU participaron en NAAFA: Sara Fishman y Judy Freespirit. A diferencia de NAAFA, Fat Underground no tenía en su horizonte la aceptación o la igualdad, y sus modos de acción directa e intervenciones performáticas las diferenciaron de otros grupos más institucionalizados. En 1973 redactan el Manifiesto de la Liberación Gorda (ver Anexo) que sienta las bases ideológicas del colectivo y durante 1974 y 1975 además de dar talleres de formación, forman un grupo de apoyo, se dedican al boicot de seminarios de dieta y productos de pérdida de peso y hacen una de sus intervenciones más memorables: durante el Día de la Igualdad de la Mujer de agosto de 1974 hacen un funeral simbólico para Cass Elliot, cantante de The Mamas & the Papas que muere a los 33 años por una complicación cardíaca. Los medios crearon un mito que sigue estando presente hasta el día de la fecha: Ella había muerto atragantada con un sandwich. En palabras de una de las integrantes del colectivo:
Llevábamos velas y usábamos brazaletes negros, marchando en un cortejo fúnebre simbólico. Lynn habló, empezó por describir lo inspiradora que había sido Cass Elliot para nosotrxs, como gorda que se negaba a esconder su belleza. Finalizó acusando al establishment médico de matar a Cass y de (por promover la pérdida de peso, a pesar de sus riesgos conocidos), cometer genocidio contra las mujeres gordas. (Fishman, 1998)
Mucho de lo que el Fat Underground hacía tenía que ver con proveer datos, ya que mucha información fue convenientemente omitida para favorecer a las industrias de la medicina y la dieta. En algunas de sus cintas informativas, por ejemplo, hablan de los estudios donde la gordura se asocia a la presión alta, pero cuentan que se omite el hecho de que también existe una correlación entre ser una persona negra y tener presión alta, lo que podría sugerir un componente relativo al malestar social que experimentan los grupos oprimidos. También presentan estudios que muestran la ineficacia de las dietas: 90% de las personas que pierden peso a través de dietas, lo recuperan por completo o incluso suben más. Estos mismos estudios demuestran que la mayor parte de las complicaciones cardíacas que se le atribuyen a la gordura en realidad son debido a las dietas y a la subida y bajada abrupta de peso. En papers y journals médicos se comprobó que las personas gordas no comen más que las personas flacas en promedio y aún así los tratamientos médicos a las personas gordas mayoritariamente involucran pérdida de peso. Hicieron mucho hincapié en que la opresión hacia las personas gordas no era meramente una cuestión estética sino que estaba profundamente enraizada en la industria multimillonaria de la dieta. Fat Underground siguió en actividad hasta 1983 y, en los años subsiguientes, su marco teórico y formas de acción se replicaron globalmente. Vale la pena destacar especialmente el trabajo de Charlotte Cooper, investigadora australiana, activista gorda, psicoterapeuta, música y escritora, que desde los 90s edita ensayos y libros sobre gordura. Uno de los esenciales es ¿Qué es un activista de la gordura?:
Un activista de la gordura es una persona que piensa sobre la gordura de una manera que desafía, cuestiona y crítica la mayoría del pensamiento mayoritario acerca de la gordura.
Los activistas de la gordura buscan el cambio social y consideran la gordura como un factor dentro de las ya existentes matrices de opresión y liberación. (Cooper, 2003)
Cooper además es archivista y gracias sus investigaciones reflotó un documental sobre Fat Underground realizado por Marge Dean en 1979. Una de sus intervenciones notables tomó lugar en la Wellcome Collection de Londres, un museo con obras de arte que trabajan en torno a la salud. En 2007 este museo arma una sección llamada “Obesity” con una escultura voluminosa, máquinas de pérdida de peso, libros de dieta y objetos que implican que los humanos se volvieron menos activos a medida que la tecnología fue avanzando. En 2016 Cooper desarrolla junto a Kay Hyatt una performance en esta sala llamada “But is it healthy?”. La obra se compone de un número de danza, una canción compuesta con fragmentos de discursos del Fat Underground y un fanzine que contextualiza la performance, de nombre “The Blob”. El objetivo de esta obra era cuestionar el significado de esa sala, que Cooper describe como un espacio totalmente hostil para las personas gordas. Algunos años después de la realización de esta pieza y de la formación impartida por grupos activistas de Londres, la exhibición fue modificada para representar a las personas gordas de una forma más digna y los elementos centrales de la exposición fueron removidos.
Si bien hay algunos indicios anteriores, en Latinoamérica el movimiento gordo empieza a tomar su voz propia después de 2010. Uno de los ejemplos más destacables a nivel bibliográfico es el libro Cerda Punk (2014) de Constanza Álvarez Castillo donde ya hay indicios de un activismo gordo organizado desde el sur global. En Argentina es importante destacar el trabajo del Taller Hacer la Vista Gorda, un colectivo que desde 2015 trabaja en traducción de insumos teóricos, formación a docentes y profesionales de la salud, talleres en escuelas, encuentros feministas, participación en asambleas. Este colectivo comenzó siendo un grupo de reflexión propuesto por Nicolás Cuello y Laura Contrera, compiladores del libro Cuerpos sin patrones (2016), un texto esencial del activismo gordo en clave anticapitalista. Los primeros encuentros del Taller estuvieron basados en lectura, traducción y debate sobre textos de activistas gordas y también lectura crítica en torno a documentos como la Ley de Trastornos Alimenticios o la Ley de Talles. El Taller propuso y coordina desde 2017 los talleres de activismo gordo en los Encuentros Nacionales y Regionales de Mujeres. Ha brindado capacitaciones para profesionales de la salud en el Hospital Italiano, el Hospital Laura Bonaparte y participantes del Taller han participado en 2018 y 2019 con ponencias en el Congreso Argentino de Psiquiatría. El Taller ha brindado conferencias sobre cuerpo y representación en el arte en el Centro de Expresiones Contemporáneas de Rosario y el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. También se han realizado encuentros de formación con docentes especializados en Educación Sexual Integral (organizados por el colectivo Hay ESI). Los ejes centrales del trabajo del grupo son despatologización, autonomía corporal y accesibilidad, y desde este lugar articulan con agrupaciones por los derechos de personas trans, intersex, diverso-funcionales y trabajadoras sexuales.
En 2019 se llevó a cabo en Bogotá el I Encuentro de Activismos Gordos del Abya Yala y la Diáspora Africana, que nucleó a treinta personas de Latinoamérica y El Caribe, un congreso sin precedentes en la región en el que hubo conversatorios, talleres y shows.
POLÍTICAS GORDAS EN EL ARTE
POLÍTICAS GORDAS EN EL ARTE
Los medios de comunicación son una forma de producción de verdad, es decir, a través de las representaciones que consumimos se cristalizan saberes y prejuicios sobre qué cuerpos son merecedores de afecto, cuáles encarnan la vergüenza e incluso cuáles son correctos e incorrectos. No se trata tanto de mostrar la realidad preexistente como de fabricar una realidad que responde a los intereses del status quo. En palabras de Pierre Bourdieu:
El poder simbólico es un poder de construcción de la realidad que tiende a establecer un orden gnoseológico: el sentido inmediato del mundo (y, en particular, del mundo social) supone lo que Durkheim llama el conformismo lógico, es decir “una concepción homogénea del tiempo, del espacio, del número, de la causa, que hace posible el acuerdo entre las inteligencias”. (Bourdieu, 2000)
Muchos artistas han cuestionado este poder simbólico, creando nuevas representaciones críticas sobre lo que se dice de la gordura en el mainstream, que puede resumirse en burla, injuria, patologización, asco y temor. Charlotte Cooper habla de una de las representaciones más comunes en los medios de la gordura, los gordos sin cabeza: Imágenes de personas gordas sin cabeza tomadas sin consentimiento en la calle. Estas fotos suelen ilustrar notas sobre “la epidemia de la obesidad” y en ellas el cuerpo se vuelve un símbolo, un problema que tenemos como sociedad. Es un cuerpo si cabeza y por lo tanto sin voz, sin cerebro, sin opiniones y en definitiva sin agencia. No es menor que estas fotografías se usen en notas donde se habla de la erradicación de la gordura. Esa decapitación también representa el castigo de ocupar espacio. Este cuerpo es una advertencia para las personas gordas que circulan en la calle: Cuidado, mañana podés abrir el diario y encontrarte a vos mismo siendo el mal ejemplo.
No se trata sólo un asunto de representación. También se trata de comprender cuáles son las políticas que se generan en torno a la representación. Podríamos pensar por ejemplo en la expresión “cut the fat” que en política tiene que ver con la eliminación del Estado de Bienestar y la implementación de políticas de escasez. En Argentina, la palabra “grasa” representa no sólo gordura sino también clase popular, por lo tanto, cuando el entonces Ministro de Hacienda Alfonso Prat-Gay justificó los despidos masivos en el Estado en 2016 hablando de “un Estado sin la grasa de la militancia” sintetizó las políticas de vaciamiento y ajuste que se ejecutaron durante el macrismo. De la misma manera, Horacio Rodríguez Larreta, como jefe de gobierno ha impulsado varias modificaciones a los menúes que reciben las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires, entre ellas el plan “Chau Paneras” mediante el cual se eliminó el pan, se limitaron las harinas en general reemplazandolas por frutas y se reemplazó la carne con verduras alegando que la alimentación escolar es también parte de la propuesta pedagógica. Este menú escolar es el principal sustento de un gran porcentaje de niños de la Ciudad que están bajo la línea de la pobreza y con este discurso de supuesta preocupación sobre la salud y, usando como excusa la disminución de la obesidad infantil, lo único que se logra es recortar presupuesto y dejar con hambre a las infancias. Este tipo de políticas es lo que Laura Contrera y Nicolás Cuello entienden por neoliberalismo magro:
“Eliminar la grasa implica eliminar esos vestigios y signos que hacen del cuerpo un cuerpo improductivo, un cuerpo salvaje, un cuerpo bruto, bárbaro, molesto, incómodo, cabeza, negro y grasa; un cuerpo que desde el desprecio por sus desmesuras desobedece el patrón corporal de este sistema político donde triunfa la estación saludable” (Contrera y Cuello, 2016)
También basado en el trabajo de la NAAFA, a principio de los 2000 surge un movimiento que suele denominarse Body Positive o positividad corporal, con slogans como “Hacé la revolución, dejá de odiar tu cuerpo”, “Cuerpos reales” o “Todos los cuerpos son buenos cuerpos”. Este tipo de discursos responden a un vaciamiento del activismo gordo, una vuelta neoliberal que termina responsabilizando a las personas por su propio malestar ante el estigma que existe en torno a la gordura. Estos discursos generalmente provienen de marcas y personalidades que tratan de abrirse un lugar en el mercado, buscando expandir cánones para incorporar a las personas gordas al consumo masivo: marcas de renombre internacional como la antes mencionada Dove o Victoria’s Secret utilizan estas estrategias publicitarias. En el caso de la marca de ropa interior, conocida por trabajar con modelos de renombre y extremadamente delgadas, es claro que la contratación de una modelo de talla grande y otra modelo transgénero guarda una relación directa con la baja en las acciones de la empresa. Sabemos que el capitalismo se adapta; ya no conviene decirle a los consumidores que ser gordo es feo y está mal, por esto las estrategias de marketing se elaboran en torno a discursos que toman palabras que resuenan a feminismo y las usan para envolver sus productos: autoestima, aceptación, empoderamiento, inclusión. El problema de usar la revolución como estrategia de marketing es que al ser apropiado, este sentimiento revolucionario deja de serlo. La industria de la belleza históricamente ha ocultado sus estrategias, por lo cual para algunos puede resultar refrescante en apariencia el hecho de que Dove, por ejemplo, haya hecho una campaña donde muestran las múltiples manipulaciones que hacen sobre el cuerpo de las modelos. El problema es que no hay una solución posible más allá de consumir sus productos. El movimiento de la positividad corporal busca soluciones individuales a un problema colectivo: No es posible cultivar el autoestima sin ser críticos de las estructuras que sostienen la necesidad de que la gente se sienta mal consigo misma y su imágen. Las mismas industrias de la moda y la belleza que hablan de inclusión son las responsables, junto con la medicina y los medios, de generar un ideal de belleza que siempre permanecerá inalcanzable.
El activismo gordo insta a pensar el cuerpo más allá de las posibilidades de consumo. No se trata sólo de mostrar un cuerpo gordo sino de crear con las herramientas a nuestro alcance condiciones para una vida más vivible. Imaginarnos por fuera de los modos de ser impuestos por las estructuras del capitalismo. Pensarnos en el cuerpo sin órganos del que hablaron Deleuze y Guattari: un cuerpo que no es sólo un organismo, sin contornos definidos, que se construye a sí mismo a través de la experimentación. Un cuerpo que es la capacidad de afectar y ser afectado:
Un CsO está hecho de tal forma que sólo puede ser poblado por intensidades (...) El CsO no es una escena, un lugar, ni tampoco un soporte en el que pasaría algo. Nada tiene que ver con un fantasma, nada hay que interpretar. El CsO hace pasar intensidades, las produce y las distribuye en un spatium a su vez intensivo, inextenso. Ni es espacio ni está en el espacio, es materia que ocupará el espacio en tal o tal grado, en el grado que corresponde a las intensidades producidas. (Deleuze y Guattari, 1947)
La idea de este trabajo no es analizar propuestas que hablen de diversidad, asimilación, naturalización de la gordura sino aquellas que buscan crear un nuevo lenguaje para estos cuerpos, aquellas iniciativas que pretenden desafiar todas las nociones establecidas y hacer temblar hasta los cimientos de lo que entendemos por un cuerpo y su representación.
A continuación desarrollaremos un análisis de diferentes tópicos relativos al activismo gordo presentes en los trabajos de Laura Aguilar, Catherine Opie, Allyson Mitchell, Inmensidades y Ana Larriel. Estos trabajos fueron seleccionados porque inspiraron a la reflexión sobre las posibilidades del cuerpo gordo. Estos trabajos fueron inspiraciones para el proceso creativo de “Nuestros sueños no caben en sus talles únicos”, la obra desarrollada en Taller de Imágen V.
LAURA AGUILAR: Nature Self Portraits (1996)
LAURA AGUILAR: Nature Self Portraits (1996)
“Aprendimos sobre las imágenes de las antiguas diosas, como la pequeña y redonda Venus de Willendorf, con sus pechos grandes y ovalados que caían sobre una panza perfectamente esférica (...) Reemplazamos a las guerreras amazónicas del feminismo con nuestras propias imágenes de enormes y blandas Madres Tierra ” (Fishman, 2016)
Laura Aguilar fue una fotógrafa chicana con base en Los Angeles. Su hermano le enseñó a revelar negativos y a pesar de haber tomado algunos cursos fue mayormente autodidacta. Laura es conocida por sus retratos, sobre todo aquellos tomados en The Plush Pony, un bar lésbico frecuentado sobre todo por latinxs de clase trabajadora que funcionó clandestinamente en los años noventa. La identidad lésbica chicana aparece en casi todas las fotografías de esta serie y es un pilar central del trabajo de Aguilar.
Otra de sus series más destacadas es Nature Self Portraits. Una serie de autorretratos en el desierto.
Su cuerpo no se posiciona de la forma tradicional en la que suelen estar las personas en los retratos sino que en esta serie, Laura posa mayormente acostada o sentada de espaldas entre rocas, arbustos, ramas, pozos. Esta horizontalidad también habla del cuerpo como un elemento indivisible del paisaje, la relación fondo-figura (de base platónica) se trastoca y los elementos se vuelven indivisibles. Es también interesante cómo opera en este sentido el hecho de que no muestre su rostro en la mayor parte de las fotografías: El foco se pone en el cuerpo del cuello hacia abajo y en general de espaldas. Al estar oculto el frente del cuerpo aparece cierta
opacidad que resuena en preguntas: ¿Cómo imaginamos un cuerpo? ¿Cómo influencia la perspectiva científica
a la forma en que se construye nuestra mirada? ¿Cuáles son los indicadores de género de este cuerpo?
¿Qué implica un rostro?
La Venus de Willendorf es una escultura que data del paleolítico y una de las teorías más interesantes sobre su morfología tiene que ver con el hecho de que las mujeres tallaban estas figuras observando su propio cuerpo. Esto pone en tensión la dialéctica sujeto artista/objeto representado que existe en gran parte de la historia del arte. La Venus históricamente ha sido tomada como símbolo feminista por estas razones y aparece en la cita al comienzo de esta sección al igual que en la obra de Laura Aguilar, no sólo en la sinuosidad de las curvas sino también en la posibilidad de elaborar perspectivas de sí misma por fuera del canon artístico más riguroso.
CATHERINE OPIE: Pervert (1994)
CATHERINE OPIE: Pervert (1994)
Uno de los primeros lugares donde el estigma gordo se hace carne es en el terreno del amor y el deseo. En gran parte de las representaciones culturales sobre gordura, el deseo es el remate de una broma. Las personas gordas son animalizadas, ridiculizadas, infantilizadas.
El retrato de Catherine Opie nos devuelve una mirada diametralmente opuesta: Un cuerpo completamente bajo control, dueño de su dolor. Al igual que en el caso de Laura Aguilar, el rostro está cubierto, el foco está en el cuerpo de la cabeza para abajo. Esta fotografía tiene guiños al retrato tradicional: La postura, el fondo, la iluminación. Esta estética dialoga con los elementos atípicos de la fotografía (las agujas y cortes y la máscara) logrando una reimaginación del retrato. Retomando la idea del cuerpo sin órganos de Deleuze y Guattari, pensamos el masoquismo como una forma de construcción del mismo:
El sufrimiento del masoquista es el precio que tiene que pagar, no por alcanzar el placer, sino por romper la pseudounión del deseo con el placer como medida extrínseca. (...) Hay un gozo inmanente al deseo, como si se llenase de sí mismo y de sus contemplaciones, y que no implica ninguna carencia, ninguna imposibilidad, pero que tampoco se mide con el placer, puesto que es ese gozo el que distribuirá las intensidades de placer e impedirá que se carguen de angustia, de vergüenza, de culpabilidad. (Deleuze y Guattari, 1947)
Opie presenta a su cuerpo como una superficie de inscripciones, un terreno de goce. Su pertenencia a la comunidad sadomasoquista y lésbica aparece reflejada en la mayoría de sus trabajos. También es interesante pensar en el contexto en el que esta foto fue tomada: En los 80’s, la crisis del SIDA había diezmado a la comunidad LGBT terriblemente. Para 1994 en Estados Unidos gran parte de los colectivos se encontraban desarrollando planes, organizando protestas y pidiendo amparo legal para que se financien investigaciones sobre VIH/SIDA ante la deliberada indiferencia del Estado que responsabilizaba a las personas por su “conducta deliberada, asquerosa y repugnante” (Senador Jesse Helms, 1995).
Pervert es, en este marco de ignorancia y desidia, una puesta en valor de la comunidad y el deseo disidente: El autorretrato de Catherine Opie se aleja de la narrativa del cuerpo gordo como un cuerpo a futuro: por ejemplo, en las imágenes del antes y después que se usan en publicidad se implica que el cuerpo gordo sólo existe como un estado infeliz y pasajero, mientras que el cuerpo delgado representa la realización personal. Para la industria de la dieta, todo cuerpo gordo es un cuerpo que debe esperar a alcanzar la delgadez para poder llegar al disfrute. La delgadez implica la conquista de sí mismo. Opie es puro presente, es un piquete a la normalidad corporal. El retrato podría resumirse en una de las consignas del colectivo LGBTIQ Orgullo en Lucha: ¡Existimos, deseamos, resistimos!
ALLYSON MITCHELL: Fat Craft (2006)
ALLYSON MITCHELL: Fat Craft (2006)
Allyson Mitchell es una artista canadiense y que se desempeña como docente adjunta de Estudios de Género en la Universidad de York en Toronto. Junto a Deirdre Logue, su colega y pareja, dirigen FAG (Feminist Art Gallery). Fat
Craft es un conjunto de pequeños proyectos textiles en crecimiento permanente: Tapices, bordados, tejidos que construyen un mapeo de sensaciones y pensamientos en torno a la gordura. La autora lo entiende como la posibilidad de conectarse con otras personas que encarnen la gordura, un pronunciamiento público de aquellos sentimientos que son callados. Un mapeo afectivo para pensar el cuerpo no sólo a través de la visión y el lenguaje sino también mediante el tacto. Esta valoración del tacto es retomada por varios activistas de la gordura. Nicolás Cuello, investigador sobre políticas sexuales y culturas subterráneas escribe en La insurgencia del tacto:
¿Qué significa ser tocado? Quizás para el grueso de las personas en el silencio que acomoda sus cuerpos en la posibilidad privilegiada de no enfrentarse a ciertas preguntas, la proximidad del tacto no parezca del todo relevante como cuestionamiento, aunque en algun*s de nosotr*s sea una voz aguda que crece y de manera insistente aturde la escucha interna. Como sabemos la distribución de lo posible, y las lógicas de funcionamiento de los mercados del deseo aguardan en su interior una desigualdad que vuelve interminable la espera de los afectos, el goce y el placer. (Cuello, 2017)
Otra obra destacable de Mitchell es Ladies Sasquatch (2006- 2010) una instalación compuesta de seis esculturas de aproximadamente tres metros cada una y veinticinco esculturas más pequeñas. Las seis obras protagónicas representan mujeres sasquatch construidas en alambre, pieles e insumos de taxidermia. Las poses de las esculturas están basadas en poses encontradas en revistas Playboy de los setenta y los cuerpos fueron moldeados en base a los cuerpos de activistas y amigas de la artista.
Las estatuas se ubican en círculo en una plataforma junto a otros muñecos más pequeños y también tiene de fondo un collage sonoro compuesto por sonidos de la naturaleza y samples musicales. La artista hace dialogar la figura del sasquatch: un cuerpo abyecto, peludo, oloroso, gigante, una otredad mítica, con el imaginario tradicional de la feminidad como una cuestión esencialmente vinculada a lo irracional, la naturaleza, el caos. En este universo un cuerpo grande y fuerte es un cuerpo bello. En palabras de la artista: Las criaturas de Ladies Sasquatch unen cultura pop, iconografía originaria y cultura lésbica radical para crear un mundo queer utópico de ensueño.
INMENSIDADES Y ANA LARRIEL:
Micropolítica de la supervivencia gorda (2019)
INMENSIDADES Y ANA LARRIEL:
Micropolítica de la supervivencia gorda (2019)
“¿Alguna vez te dijeron gordo? ¿Alguna vez hiciste dieta? ¿Te sentís más cómoda con otras personas gordas?”
Las preguntas se suceden en la oscuridad y luego un foco abre el escenario. Aparece Ana Larriel, psicóloga y escritora. Comienza a contar una anécdota de su infancia en Paraguay y la teje con teoría sobre biopoder, pedagogía, activismo gordo. En una proyección se suceden imágenes de ella bailando. Un coro entre las sombras repite alguna de sus frases. A medida que avanza el relato las tres performers fuera de escena se van acercando a Ana hasta llegar a estar paradas junto a ella en el escenario. Esta conferencia fue desarrollada en el contexto del Laboratorio de Periodismo Performático de Anfibia, una revista digital de crónicas, ensayos y relatos de no ficción de la Universidad Nacional de San Martín. La conferencia fue presentada por única vez en el Centro Cultural Haroldo Conti. El equipo de trabajo estuvo compuesto por Ana Larriel y Pabli Balcazar (texto) e Inmensidades y Jael Caiero (video). Los desplazamientos por la sala y la puesta final fueron compuestos en grupo junto con diferentes colaboradores de Revista Anfibia.
En Micropolítica de la supervivencia gorda el testimonio se vuelve manifiesto, el valor de la experiencia individual se transforma al volverse múltiple. Las performers en el escenario vuelven al inicio y preguntan nuevamente, las cuatro voces en una: “¿Dónde están las gordas?”. La idea de la obra es trascender el testimonio, trabajar en instancias en las que la palabra ya no es suficiente; el texto estalla sus costuras y se desparrama por toda la sala. Va y viene de los recuerdos de Ana a Foucault y Lacan. Se habla de rechazo, violencia, timidez. No espera provocar una transformación personal ni un final feliz, da cuenta de un proceso de constante diálogo y revisión de las personas y su entorno. Como dice Constanza Álvarez Castillo en Cerda Punk:
“Hablar sobre la gordura, sobre mi gordura sin ánimos de representar a nadie, desde mi cuerpa como experiencia material, como manifiesto de una historia política, no natural. Porque no nací gorda, llegué a serlo (...) Escribir porque creo en este ejercicio como un activismo político, por la necesidad de retratar nuestra propia historia y que no lo hagan otrxs que tienen el poder, el aparentemente “simple y neutral” poder de escribir” (Álvarez Castillo, 2014)
La acción pasa de la intimidad al pronunciamiento político, de los relatos sobre la infancia de Ana a las palabras del activismo gordo, empujando hacia una búsqueda que habilite nuevos sentidos e interrogantes. La pantalla se enciende buscando reponer las imágenes de quienes han sido pesadas y medidas antes de hablar. Se va entretejiendo un diálogo hecho con los restos de quienes han sobrevivido a una vida de violencia, patologización, desigualdad y por ello, hoy deciden tomar la palabra.
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